destrozando el tiempo

Del caos a la escena

La idea de la obra surgió en una hora “libre” cuando impartía clases en un colegio ubicado en Tacubaya. Me encerré en un salón que tenía vista a las azoteas de los edificios vecinos, la mayoría deteriorados, con grafitis y ropa secándose sobre los tendederos expuestos al sol. Algunos de mis alumnos eran hijos de militares, (ya que a unas cuadras se encuentra una unidad habitacional de la milicia) de comerciantes, de supuestos vándalos e inclusive una alumna su madre perteneció a la banda de los Panchitos. Estos aspectos los menciono por la importancia del contexto que influye en las ideas creativas.
Contemplaba las azoteas mientras dibujaba una araña en una hoja de cuadro grande. En escena imaginé una araña estilo Louise Bourgeois, pero con una pantalla en el vientre que interviniera de manera lúdica con el actor en escena, además de un mecanismo del que brotara leche, budas de porcelana, máscaras y otros elementos. Fue una idea plástica que me sedujo y fué entonces que empecé a escribir textos tratando de justificar estas imágenes. El resultado fue un personaje trastornado por su historia: Un hombre que nació en el barrio de Tacubaya, en una de esas vecindades que tenía frente a mí, dañado por una madre sobreprotectora, un padre ausente, una sociedad herida por su historia y política. Este personaje al crecer decide alistarse en la milicia y por los episodios que le tocan vivir durante su servicio, vinculados con desastrosos sucesos históricos de nuestro país, como el 68 y las consecuencias de los actos de nuestros malos gobiernos, turban su mente.
Al trabajar la idea junto a Ignacio Velasco, nos dimos cuenta que la importancia de la obra no radicaba en la biografía de este personaje, sino en las ideas plásticas que nacían a través de los episodios de su historia, entonces sus obsesiones se metaforizaron, por ejemplo: En una gallina que desea tener el domino del gallinero. Su ansiedad y sus miedos en dos enfermeras indiferentes y déspotas en el trato con sus pacientes. Sus culpas, en una prostituta que representa sus ideas sobre el gobierno y la sociedad, y así con cada uno de los personajes que ejecuta un solo actor en escena.
Desde un principio teníamos claro que la dramaturgia no sería lineal, ni de corte realista. La obra se desarrolla en un lenguaje multidisciplinario que combina el lenguaje dancístico, teatral y audiovisual. También del estudio de artistas que admiramos por el resultado de sus trabajos. Cinematográficamente: Andrzej Żuławski, Andréi Tarkovski, Luis Buñuel y Carlos Reygadas. Escénicamente: Pina Bausch , Romeo Castelucci, literariamente: Francisco Tario en el que me basé para realizar la escena de la gallina, Amparo Dávila que resultó punto central en la obra y utilizamos fragmentos de su cuento Tiempo Destrozado, con permiso de la autora.
Uno de los retos en este proceso, fue apostar por la representación del caos psicológico del personaje y de la estructura dramática, sin caer en una pieza sin pies ni cabeza, por eso cada pasaje de la obra puede considerarse como un suceso aislado y que funciona de manera independiente en todo el contexto de la historia, sin embargo se entrelazan formando: Destrozando el tiempo.
La idea germinó desde hace más de cinco años. En un principio no teníamos prisa por la realización de la obra, pero conforme pasó el tiempo nuestras ideas se fueron consolidando. Presentamos la obra por primera vez en el departamento vacío de mi mejor amigo ubicado en Regina, con una producción prácticamente casera y que presenciaron otros amigos.
Desde el principio cambiamos prácticamente la mayoría de las primeras ideas: la araña, los budas, la leche. Ignacio tomó las riendas del proyecto, varios textos se transformaron en movimientos dancísticos, en música, en proyecciones visuales que posteriormente trabajó de manera conjunta con Roberto Montiel. La primera función nos sirvió para desechar escenas y explorar otras.
He aprendido que cada puesta en escena tiene su ciclo, que nace, se desarrolla y me parece que cuando llega a su punto de madurez es cuando debe retirarse del escenario, para generar nuevos proyectos. En nuestro caso, creo que nuestra obra apenas está comenzando a madurar. Después de presentarla en la semana de la escena mexicana en Málaga producida por Circuito Liquen (que resultó una puesta extraña por las circunstancias de la función pero que nos sirvió para dar dirección a la obra) Después de la temporada en el Salón de Danza de la UNAM, donde invitamos a otros creadores al proyecto: la asesoría corporal de Carlos Martínez, la dirección escénica de Zuadd Atala, la música original de Adrián López, la asistencia de Gabriela Tapia, la producción de danza UNAM y la dirección y creación de multimedia de Roberto Montiel (MEDUSA Scenic Design) Fue ahí, donde descubrimos por primera vez la dirección que debía tomar todo el conjunto de creaciones.
Como creador, ésta puesta en escena que surgió de una idea en una hora libre de trabajo me ha hecho descubrir nuevos horizontes creativos y es lo que apostamos ofrecer a nuestros futuros espectadores con esta nueva temporada en el foro Chilango de la Cantera, los días 21, 22 y 23 de noviembre. Próxima temporada: Centro Cultural de la Diversidad 27 de marzo y 3 de abril, 20 hrs: